Descalabro poético (en ocasiones escribo borracho)
Y ya no sé lo que es mentir
si al hablar ahora es normal
que se acalle el corazón
y se predique con la mente.
Y me pregunto
como al mentir
puedes fingir
lo que el corazón no siente.
Y te admiro
por tu frialdad,
por tu saber estar,
por tus mentiras,
por tu egoismo consciente.
Y te envidio
por esa capacidad,
para mentir,
para fingir
lo que el corazón no siente.
Y me pregunto,
qué sentiría,
si debiera fingir,
si debiera herir,
sólo por no decir
lo que juzgais indecente.
Y te adoro,
por tu sonrisa,
por tus mentiras,
por lo ladina
y escurridiza
que te vuelves
al decir
lo que tu corazón no siente.
Y te condeno a cohabitar
en ese mundo,
en ese eterno
olor podrido
que huelo yo
y tú nunca hueles
cada vez que mientes
y que me cuentas
lo que tu corazón no siente.
Y no seré,
ya nunca más,
yo las mentiras
que te encubran
cuando descubras
que el amor
que te ha marcado
no es mas que el egoísmo
que tu corazón sí siente.
Y te reirás
con otro iluso
del mundo vil
en el que avitas
que yo por mí,
no soy apenas,
nada más
que un chiste gris
que sólo sabe
llorar sin lágrimas
por lo que su corazón sí siente.
Explícame,
cuando tu alma,
en un momento
de despiste,
retome el control
de tus miserias
y te vuelva humana
por qué creiste
que destruirme
era otra forma
de amar un mundo
de pulso inherte.
Y tus mentiras
no son nada
más que palabras
que azotan
un corazón
que late impasible
ante el horror
que el mundo sí considera decente.
Yo
tan torpe como siempre,
tan perdido como antaño,
tan extraño en esta vida
como siempre me sentí
en cualquier otro relato,
ignoro al fin los gemidos
de un alma triste
y con la mirada ausente.
Calor, que me calientas en las noches perdidas en las que la única imagen que refleja el fondo del vaso soy yo. Por favor, sálvame de un mundo en el que todo es tan gris como la escala moral en la que me muevo. Sálvame de ser ellos. El otro lado. El otro bando. El miedo a morir. El miedo a quedar apartado. Sálvame de sus caminos. Que otros se despedacen. Que otros aprendan a ser mierda. Que otros convivan con la miseria que puebla sus almas. Que otros vivan en la ignorancia de creerse completos, superiores. Ayúdame a ser el inferior que intenta comprender el mundo desde abajo, desde el punto de vista de quien yace aplastado por la vida.
En una sociedad en la que el fin último de cualquier ser humano es lograr la propia felicidad, queda justificada la ofensiva vital, tomar aquello que necesitamos de los demás racionalizando el dolor inflingido en el camino. Detestables ladrones de ilusiones, de sueños… Hace tiempo que vivir sin hacer daño, sin odiar, sin robar, es un acto de resistencia, no una forma de vida. ¿Cuánto hemos equivocado el camino para llegar a convertirnos en lo que hoy somos? ¿Por qué seguimos sin ver a quien está en frente de nosotros? Cuanto más cerca estamos, cuanto más lazos nos unen, más alejado me siento de vosotros, más siento que absorven y aprenden lo que soy para poder utilizarlo en mi contra; más siento que mienten al decir quienes son porque temen que puedan utilizar en su contra la única verdad que les toca el alma.
Hemos convertido en mentira nuestra propia realidad sólo para ajustar la imagen que proyectamos al mundo, a sus canones, a lo que el mundo quiere que seamos, a lo que nosotros querríamos ser: fuertes en una sociedad decidida a encumbrar al conquistador.
Mi única fortaleza es mi debilidad, es el firme empeño que tengo en seguir reconociendo que tengo ganas de llorar, aunque no consiga hacerlo, porque mis no lágrimas valen más que el falso agua que derraman los ojos de muchos. Habrá quien piense que reconocer la pérdida, la angustia, la ansiedad, el desconsuelo y la soledad es algo impropio de nuestro tiempo. Tienen razón, pero a qué deberíamos tener miedo. La auténtica fuerza radica en poder ser débil, en proyectar la fragilidad que tenemos en nuestros interior y aún así mantener el rumbo fijo, el camino recto, la cabeza firme. Ser todavía capaces de distinguir a los buenos de los malos.
Seguimos siendo luz
porque ante la muerte resistimos,
ante la noche sonreimos,
ante la oscuridad seguimos brillando.
por fe,
por ira,
por lealtad
a un mundo enfermo.
Juramos no ser menos que todos aquellos que nos rodean,
nos comprometemos a no herir a quienen amamos.
Somos la última llama que prenderá en lo más alto del firmamento
cuando el resto de hijos de puta
quieran apagar la esperanza.
Porque vivir con lágrimas en el alma es un acto de resistencia, un derecho. Es tan obligatorio como sonreir ante la derrota. Porque quizas ser un fracasado sea la única forma de vencer. ¿Quién quiere triunfar cuando la victoria te cuesta el alma? Sólo los infectados y los estúpidos que no se han parado a pensar el precio que están pagando.
Y nuestra última bala
no será para evitarnos
ver el final de la batalla,
sera para joder
al cabron que con su cinismo
intente apropiarse
de nuestra último amanecer.
Después,
cuando hayamos sido derrotados,
si seguimos vivos,
podremos empezar a pensar en nuevas formas de combatirles.
Y si la lucha nos cuesta la vida,
serán otros los que sigan buscando la auténtica revolución.
Mientras oigas los latidos
habrá,
al menos,
un corazón latiendo.
marzo 31, 2010 a 14:47
Muy lar……………………………………………go. Por eso no tienes comentarios.
Mira que te lo he dicho veces… los que sean largo divídelos en varios post.
Ah, mola. Casi se me olvida decirlo.
marzo 31, 2010 a 15:31
estoy de acuerdo con Destino…
hasta el primer párrafo largo es cojonudo.
Lo otro ya se nota que es desvarío alcohólico 😛