La vida efímera de los segundos

Nota: adivinar quién no puede dejar quieta la puta cancioncita de REM.

 

Se sienta sobre mí, con sus piernas abrazándome la cintura y las manos acariciando mis mejillas. Tiene un aire de divertida superioridad. Lo veo en su sonrisa. Sabe que la deseo. El pícaro brillo de sus ojos me recuerda a otra mirada. La beso y su sabor me recuerda a otro sabor. Incluso el olor de su pelo y el sonido de su risa me resultan conocidos. Los segundos de silencio que compartimos mientras su dedo índice juega con la punta de mi nariz ya los he vivido en otra intimidad y otro tiempo. Parece sopesar la posibilidad de besarme. Sé que terminará haciéndolo. Tiene lo mejor de todo lo bueno que he vivido. Supera aquello que una vez creí perfecto. Temo que mañana este maravilloso ahora no sea nada más que recuerdos endebles, como los frágiles destellos de felicidad en los que ha terminado astillándose mi querido ayer.

Es mi deseo quien la besa y mi desesperación quien abraza su cuerpo. Puede que esta noche desaparezca. Lo acepto con la tranquilidad con que se acepta que el sol volverá a brillar. La paz que provoca en mi pecho arde. Necesito beber de ella hasta que me abrase. Cuanto más daño hagan sus besos al dolor más fuerte será su presencia en mis sueños, más podré aferrarme a su recuerdo cuando regrese la desesperación. Ahora ella es la última. Tiene lo mejor de todo lo bueno que he vivido. Lo supera y eso me da miedo. No quiero sentirme así porque sé que acabaré volviendo al lugar de donde soy. No quiero que ella me acompañe en el camino de regreso, pero necesito llevarme su recuerdo para tener algo de luz allí donde sólo existe oscuridad.

Podría llegar a quererla tanto que ni siquiera me atrevo a tener esperanzas. Es mejor no pensar y dejar que las emociones se diluyan en los segundos, creando un momento con vida propia dentro de mi memoria. Quiero que hoy sea siempre. “Quedas bien en mi cama. Podría acostumbrarme a tenerte siempre aquí”. Me muerdo la lengua y el dolor me devuelve a la realidad. El silencio es el único refugio de aquellos que no pueden dominar sus palabras. Todo el mundo tiene secretos. Puede que esta noche desaparezca o que dentro de 50 años siga dando vueltas por aquí. Lo acepto. Sólo necesito amar el presente. Mañana será un ahora más, como también lo fue ayer.

De camino al trabajo me cruzo con el pasado. Le acompaña un chico joven, desenfadado, a la moda. Sonrío. “¿Qué corazón?”, me pregunto al sorprenderme por mi leve sobresalto. En otro tiempo, en otra vida, en otra intimidad el cruce casual me habría robado el aliento. Ahora que no me atrevo a tener esperanzas y que el ayer no es nada más que un puñado de astillas deslumbrantes, como polvo de estrella, me siento bien. “A medio camino”. Quiero beber de su fuego hasta que me abrase el corazón. En el sofá, abrazados bajo una gruesa manta de lana, a millones de años luz de la cama, sólo quiero quedarme dormido despacito, despertar a media noche y descubrir que ella sigue con los ojos cerrados. Descubro una cara más de la belleza. Siento que he dejado de correr, que soy más sabio y que a lo peor todo es mentira. ¿Y si desaparece esta noche?

Hasta las mentiras pueden ser verdad si se dicen con el alma.

Mi pasado sonríe, seductor, y no le echo de menos. Es tan… ayer. Ahora tengo lo mejor de todo lo bueno que he vivido y hambre de más. ¿Será también más intenso el dolor de la despedida? En mi imaginación soy un depredador sediento de emociones. Intento ocultarle la verdad al ahora y caigo preso de la fidelidad a mi propia mentira. Es demasiado complejo para que tenga sentido. Sólo sé que no necesito el ayer. “Mira en tu corazón”. “¿Qué corazón?”. No creo en el mañana. Sólo existe un segundo, el que acaba de pasar. El segundo en el que la tengo a un parpadeo de distancia y es mi desesperación quien la abraza y mi deseo quien busca alimento en sus labios.

Mi ayer parece tan satisfecho con su presente como yo con el mío. Mi felicidad, asesina y efímera, asesta puñaladas inconscientes mientras lucha por salir adelante. Soy un universo repleto de agujeros negros. Está a un parpadeo de mí… Me resulta tan extraño no sentirme solo que temo depender de ella. Quererla es aceptar mi propia debilidad. Así de imperfecto soy. La beso con la misma desesperación con la que abrazo su cuerpo. “En una de éstas me rompe”, bromea. ¿Se marchará antes de que me vaya yo?

Me gustaría explicárselo todo, pero sé que no debo. Quizás mañana, en otro ahora. Siempre habrá otros ahora mañana, mejores o peores, con otras ilusiones y otros miedos. Habrá otros yo, quizás más estúpidos, pero siempre creyendo haber aprendido un truco nuevo.

Déjame beber del brillo de tus ojos hasta que olvide el miedo, que tengo suficientes razones para aferrarme a la vida, pero sólo tus ilusiones pueden alimentar los sueños que me hacen sentir vivo.  

5 respuestas to “La vida efímera de los segundos”

  1. Eiruceiram Says:

    Bonito!! mejor dicho realmente precioso!!!

    La próxima semana espero que el tema musical sea Supersubmarina no?

  2. Yo propongo a otro tío que también tocó el finde en Guada. Martin Page, un buen concierto con una mala acogida.
    http://www.myspace.com/therealmartinpage

    Ale, tú a lo tuyo, pasa de nuestras propuestas musicales y sigue escribiendo así

    • eiruceiram Says:

      Se te olvida los Muchausen. No tuvo muy buena acogida para algún que otro oído, je, je, je A MI ME GUSTARON!!

  3. silvio11 Says:

    Cualquier recomendación musical será bien acogida, que conste, incluso los Munchausen. No diré nada sobre ellos excepto una cosa: el cantante me recordaba a Ross (el de Friends) haciendo musical conceptual con su organillo. Vamos, que lo mismo hasta quedan bien por aquí, jeje.

    • eiruceiram Says:

      Je, je, je. No opinaré mucho de música porque tengo algunos días que escucho cada ñoñada!!!. uuufff!! Meter a los Muchausen en un post tiene que ser complicado.

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