Si pudiera traducir en palabras la violencia de sus sentimientos, serían jirones de carne ensangrentada; poesía de la ira contenida en caracteres vibrantes, como letras desenfocadas dispuestas a cargar unas contra otras. La rabia del silencio habita en sus ojos, tan inmóvil como los músculos e igualmente dispuesta a estallar en un huracán inconsciente y despiadado.
Sopesa la posibilidad de que todo sea tan ligero como un puñado de aire, tan propenso a desaparecer como los sueños. ¿Qué debería quedarle cuando todo desaparezca? ¿Qué es lo realmente importante? ¿Por qué merece la pena luchar hasta morir?
Puede que sea la justicia, los demás, ¿un trabajo? ¿L a propia vida? La familia es un buen motivo para jugárselo todo. “Siento que perdiera su trabajo”. “Mejor él que tú”, responde con el maldito cinismo de quienes han aprendido a ser unos hijos de puta. “También es mejor que se muera tu madre antes de que te mueras tú, pero imagino que de todas formas lo sentirías, ¿no?”
¿Por qué merece la pena estallar?
¿A quién debería estar buscando en estos momentos? ¿Qué carretera debería estar recorriendo con el pie hundido más allá del límite del acelerador? ¿Qué puerta debería echar a bajo? ¿Hasta dónde debería arriesgarse? ¿Cómo conocer el destino hacia el que se dirige si todavía no ha comenzado a moverse? ¿Qué desconocido merece la pena sacar de este universo repleto de estrellas fugaces?
Si pudiera traducir en palabras la violencia de sus sentimientos, serían un tenso espacio en blanco, como el silencio que precede a una explosión. Dientes mordiendo la propia carne hasta desgarrarla con una sadomasoquista satisfacción. Triunfo y derrota a la vez, tan justo y equitativo como el movimiento detenido, como la quietud que avanza en el tiempo desgastando la vida.
¿Acaso existe filosofía en la estática del televisor, la radio, su mirada? ¿Acaso hay poesía en la desesperación por encontrar un algo que complete ese vacío?
¿Por qué merece la pena luchar hasta morir?
Todo es tan frío como un mundo construido a partir del hielo. Todo lo que se extiende más allá es silencio, porque no hay una sola voz que quiera decir algo. Todo es conocido. Todo es bonito. Todo es mentira. Todo es fácil… tan fácil como la cobardía, el miedo y la autocompasión. No hay nada más que seres en perpetua búsqueda de una autojustificación. No hay valor donde no hay riesgo ni deseo sin lágrimas. No hay lucha sin dolor. No hay nada más que estática, sonido sin significado igual de inútil que el movimiento detenido. No hay verdad alguna más allá del silencio. Sería demasiado dolorosa… demasiado para seguir manteniendo las mentiras.
¿Por el trabajo? ¿Por la familia? ¿Por el amor? ¿Por la justicia? ¿Por los amigos? ¿Por…?
Si pudiera traducir en palabras la violencia de sus sentimientos, las letras dibujarían una lágrima sin inocencia, fría y sedienta de venganza… buscando una razón que le permita saber hacia dónde dirigir su ira.