Breve viaje por la noche de mis sueños

Se repetía la frase una y otra vez. “El mundo nunca es suficiente”. Era el título de una película de James Bond, pero él había terminado por darle otro significado. “El mundo nunca es suficiente”. Sentía que incluso devorándolo en su totalidad, seguiría estando hambriento. Apoyado en la barra del bar pidió otra cerveza mientras se pasaba la palma de la mano por la cara, como si se estuviese dando un masaje cardíaco en el pómulo. “El mundo nunca es suficiente”. Sus ojos, cansados, recorrieron el bar de una punta a otra, tratando de ver sin mirar. La gente le rodeaba, como el bullicio, y él continuaba sintiéndose hambriento. Quería… tanto que deseaba todo, pero el mundo nunca sería suficiente. La cerveza fría se deslizó por su garganta con suavidad.

Aquel mundo nunca sería suficiente.

Decidió robar el tercio y salir a la calle en busca de algo que pudiera saciar su apetito, pero no había nada que pudiera dejarle satisfecho. Ni siquiera sabía qué es lo que necesitaba devorar, sólo notaba su ausencia en el centro mismo del estómago. Seguía bebiendo, como si el alcohol pudiera guiarle hasta la verdad que necesitaba encontrar.

Un suspiro cruzó frente a él en forma de conejo blanco y como una Alicia más, cansado del mundo de asfalto, decidió seguirlo. El conejo le llevó hasta una pequeña plaza de ladrillo, polvo, cemento y arena en la que la luna apenas se atrevía a brillar. Se refugió en su interior y pudo sentir una leve brisa de sueño flotando en el aire. A unos metros de él, un chico escribía frenético un mensaje en su móvil y, al terminar, lanzaba sin rubor una sonrisa al mundo. El conejo blanco le apremió, llegaban tarde, y continuaron caminando, siguiendo las rayas blancas de la carretera como si fueran baldosas amarillas; adivinando los rostros ocultos tras las ventanas en las que, a las tres de la mañana, todavía resplandecía alguna luz, compartiendo intimidades inventadas. Al llegar al puente, el conejo saltó con agilidad sobre la barandilla. La luna, más resuelta que en la plaza, extendía con su reflejo una eterna alfombra blanca que cubría el río, a sus pies, como invitándole a bajar y pasear sobre ella. No le importaba mojarse los pies, pero el conejo decidió que eso podía esperar.

Andaban a través de la oscuridad y la noche, avanzando un segundo con cada paso y 0,5 centímetros con cada “click” del segundero. Cuando llegó al parque, pudo adivinar la presencia de trasgos, unicornios y duendes más allá de los frondosos árboles que protegían la entrada. Un arco de piedra, como una puerta mágica, era el único acceso a su interior. Dejó el tercio de cerveza, ya vacío, y se adentró en el denso banco de niebla que parecía arremolinarse entorno al estrecho paseo de tierra húmeda. Lanzó una última mirada sobre su hombro al mundo que abandonaba, igual que los astronautas antes de encerrarse en el interior de la nave espacial, y siguió al impaciente conejo que ya le hacía señas desde el corazón de la mágica selva. Cómplice de los seres que habitaban el parque, a penas dejaban pasar las hojas un poquito de luz, para que pudieran espiar al caminante desde las sombras en las que se escondían.

El conejo desapareció y en su lugar se presentó una imaginación, sin forma concreta. Era como todas la imaginaciones que se tienen a lo largo de una vida, pero corpórea en medio de aquel bosque onírico. Cansado de caminar, decidió sentarse en el suelo y dejar que le contase su historia, mirando a las pupilas que intuía en mitad de aquella nada indescriptiblemente real. Cerró los ojos para no perder detalle y la imaginación decidió meterse dentro de él, como una dulce amante que te besa con delicadeza en los labios antes de hacer el amor.

Y se quedó dormido.

Fuera, el mundo nunca sería suficiente. Dentro, no habría nada real.

8 respuestas to “Breve viaje por la noche de mis sueños”

  1. G. Laszlo Says:

    Sabía que tu tótem tenía que ser un tercio de cerveza.

    • silvio11 Says:

      Más que un tótem es como un objeto mágico que me transporta por mundo de ensueño. Algo así como el martillo de Tor mezclado con el portal de Stargate.

  2. Patri Says:

    Joé, pues que sueños más guays.

    • silvio11 Says:

      Y lo mejor (o peor) es que no son sueños. Son revelaciones cervezarias extraídas durante largos paseos de madrugada en busca de gatos. Bueno, a veces pasa algo parecido a esto y otras te para un coche lleno de kinkis hasta las cejas de algo preguntándote por un puticlub a las siete de la mañana de un miércoles, pero eso ya os lo cuento otro día.

  3. eiruceiram Says:

    Ahora que se ponía interesante la historia de los “kinkis”, vas y te paras. Je, je, je

    PD: La música genial y el post por supuesto que tb!!

    • silvio11 Says:

      Tú solo imagíname con el chandal, pinta de drogadicto, seis y media de la mañana, cerveza en mano y nada más que unas llaves en el bolsillo. Entonces llega el coche más lolailo que te puedas imaginar, directamente extraído de las aventuras del Vaquilla y compañía, y un tipo con media dentura y acento de esos bajos fondos que Guadalajara no tiene me pregunta por el puticlub más cercano. Yo, además de darme por muerto, trato de explicarle cómo llegar a la miel, pero él me corta y dice que ya saben donde está la miel y las de la Ronda Norte. En un alarde conocimientos barriobajeros, les mando donde las de Marchamalo. Me da las gracias y su colega me dice que si me bajo con ellos. Sin pensarlo le digo que no, que estoy buscando gatos. Entonces me mira como si estuviera loco y no puedo evitar darle la razón, pero claro, también es consciente de su realidad, supongo, así que me dan las gracias y se piran.

      Básicamente, esa es la historia, que no te iba a dejar yo con la curiosidad.

      • eiruceiram Says:

        Ja, ja, ja, que bueno!!!. Gracias por alimentar mi curiosidad y mi risa.

  4. Por lo que veo la cerveza da mucho juego. Me gustan tus revelaciones cervezarias. Seguiremos esperando más.

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