De qué hablo cuando hablo de correr (imitando a Murakami)

Hace sol. Refresca, pero hace sol. Aunque antes de salir la camiseta técnica parece demasiado fina, sabe que será suficiente. En cuanto lleve unos minutos corriendo, puede que incluso se arrepienta de no haber cogido una de manga corta. Ya son casi cuatro semanas sin salir a correr. Tiene descomposición desde hace dos. Él no siente la tensión, pero su cuerpo sí. No parece nervioso, enfadado ni triste. Sólo tienes descomposición y más sueño de lo normal. El tobillo todavía no está bien, pero duele menos. Mucho, mucho menos. Necesita correr.

Mirada fría, distante, al frente. “Debe ser difícil salir a correr sin tener un objetivo fijo”, le comenta un compañero de carrera. “Cuando me quedo en casa es como… como si perdiese. No sé qué, ni contra quién, pero es como si perdiese”. Se pliega al ritmo que le imponen las piernas. El tobillo empieza a molestar antes de lo esperado, pero no es un inconveniente. Resulta agradable sentir dolor y saber exactamente de dónde procede y a qué se debe. Llevaba demasiado tiempo sintiendo otro dolor mucho más incómodo. Un dolor que nace de algún lugar de su interior. Un dolor que no está seguro de cómo curar. ¿Dolor? Quizás fuera demasiado arriesgado llamarlo dolor… un vacío, una insatisfacción, un anhelo… sí, un dolor. Pisa un pequeño desperfecto del camino por el que está corriendo. Fuerza la posición del pie. El tobillo da un pequeño gritito. Sonríe.

Vacío. Le aterra el concepto. Tiene que salir a correr para huir de él. Lleva cuatro semanas notando como se mete todas las noches con él en la cama, como le acompaña al trabajo, como le pide una copa en los bares e incluso comenta las canciones que pone para intentar relajarse. Correr hace que se sienta útil. A lo mejor ni siquiera es útil la palabra que está buscando… es difícil encontrar las palabras exactas para retratar las emociones. Correr es hacer algo. Corriendo se siente mejor. Necesita sentir que hace algo para ser mejor. Se pregunta si no será nada más que un pequeño autoengaño para evitar enfrentarse a una verdad mayor. Va más lento de lo normal. Era inevitable después de tanto tiempo parado, pero no se siente demasiado mal. Es la lesión lo que le frena, no los pulmones. Eso quiere decir que se quedará con ganas de más. Es una buena noticia.

Cuando corre siempre mira hacia delante. Siempre con la mirada perdida, sin enfocar un objeto cercano, sólo mirando hacia delante. Un amigo le comentó que eso es bueno para la vista. Si no se fija en ningún punto en concreto, se fuerza menos el ojo. Desde que sale a correr ha mejorado un poco su visión… Le parece una bonita metáfora.

Le gusta salir a correr y dejar que su mente flote en libertad. No en blanco, sólo dejar que flote tranquilamente. Hay corredores que quieran olvidar, que suben el ritmo hasta que la falta de oxígeno mata los pensamientos. Él también lo ha hecho alguna vez, cuando las cosas están muy mal, cuando cree que se le va a llevar la vida por delante, entonces sale a correr con el cuchillo entre los dientes. Suelen ser carreras agónicas. Empieza demasiado fuerte y se cansa pronto. Es ahí cuando llega el sufrimiento, la lucha contra el cansancio, la búsqueda de aire… Hoy no lo necesita, con el dolor del tobillo es suficiente.

Está atardeciendo. Agradece el calor de la primavera y sabe que maldecirá el del verano. Echa de menos las noches invernales y se alegra de haber dejado atrás el frío. Lo único que echará de menos, cuando se vaya, es la lluvia. Fantasea con la posibilidad de un año lleno de lluvias, con largas carreras repletas de barro. Le gusta correr con lluvia. Cuanta más, mejor, lo hace todo más épico. Cuando corre en medio de una tormenta, es cuando más siente la sensación de rebeldía y el espíritu de lucha en su interior. No se trata de correr rápido, ni de llegar el primero a ninguna parte. Se trata de hacer algo que los demás no te creían capaz de hacer… Algo que ni tu mismo te creías capaz de hacer… Es tan difícil hacer cosas que a uno le hagan sentirse orgulloso de sí mismo. Correr le ha dado autoestima. Ahora es más difícil de derribar. Y cuando le derriban, le cuesta menos levantarse.

Intenta subir el ritmo un poco, pero, además del dolor, es como si llevara tres calcetines en el pie izquierdo. Desecha la idea.

Se aleja de los paseos concurridos, de las farolas. Es un camino bastante feo, si uno no mira hacia el cielo. Se pierde en la oscuridad sólo para ver las estrellas. Siempre están ahí, brillando. Ellas y la luna. No se detiene para saborear el momento. Mira las estrellas mientras corre, mientras avanza sin ver el camino que hay delante de él. Sonríe otra vez. El vacío pierde paso y se queda un poco rezagado. Se siente fuerte. Va a más de cinco minutos y medio por kilómetro, se pregunta si no andará incluso por los seis. Da igual. Hoy correr no es entrenar. Tampoco lo hace para ponerse en forma. Correr es otra manera de luchar, una de tantas. Un lugar en el que reencontrarse consigo mismo.

Zancada a zancada vuelve a casa. No ha roto a sudar. Sus problemas siguen ahí. El mundo no ha dejado de girar ni un sólo segundo. Lo que estaba mal sigue roto.

Se siente feliz.

9 respuestas to “De qué hablo cuando hablo de correr (imitando a Murakami)”

  1. En mi incipiente experiencia en eso de correr he compartido sensaciones y pensamientos que describes.

    Un consejo: Cuidado con el tobillo, no lo fuerces demasiado. Potencia la musculatura lateral del tobillo (peroneos y tibial).

  2. silvio11 Says:

    Está escrito en tercera persona. Venga hombre, que no tengo porque ser yo ni tiene que ser mi vida, que está en tercera persona… A quién intento engañar.

    Gracias por el consejo, intentaré no forzar y potenciar las palabras esas raras que dices.

  3. Eiruceiram Says:

    Hay tantas vías de escape cuando nos sentimos repletos de acontecimientos que parece que asfixian nuestra vida. ¿Por que no correr?, es una buena opción. ¿En tercera persona?…mmm… Eso espero, sobre todo porque a mi me preocupa más la descomposición de ese corredor, que físicamente todavía no está del todo bien. Sin olvidar ese tobillo (los estiramientos son importantes, lo dicen los que saben de esto).

    ¿De que se huye?, ¿es una vía de escape?, ¿unos minutos de olvido?, ¿evadirse de la realidad?, ¿conseguir un logro?, ¿correr por nada en concreto?… No me extraña que se vuelva una “adicción”, “necesidad”, donde la satisfacción es la recompensa, una liberación y se venza el remordimiento.

    Viendo que mis sensaciones de deportistas son escasas, mejor dicho frustradas por las circunstancias de la vida… Sólo me queda que esperaros en la meta, camino feo, o carretera de barro…, da igual la posición y el lugar, lo importante es llegar, aunque se ha acompañado de los problemas, pensándolo bien, estos de tanto correr a vuestro lado deben estar cansados y pesar mucho menos, o por lo menos parecerlo…no? En otra ocasión cuento mis vías…. una de ellas es escuchar a Bunbury…

    Pd. “Al menos no caminó nunca”. ¡¡¡Corro, corro, corro!!!

    • silvio11 Says:

      Lo importante es tener la vía de escape, sea o no deportiva… Incluso diría que lo importante es tener ese pequeño reto diario que nos ponga a prueba. Algo que sería más cómodo no hacer, como tantas cosas en esta vida, pero que aún así hacemos. Supongo que, al menos en mi caso, todo reside ahí, en poder sentir que haces algo a pesar de nuestras propias circunstancias, esas que tan a menudo nos pasan por encima y acaban imponiéndose a nuestros deseos.

  4. Atenea Says:

    Estoy de acuerdo con esa ‘tercera persona’ en que correr revitaliza, no sólo cuerpo, sino también mente… pero en mi caso, correr sola por las noches y por sitios lúgubres, me produce un efecto doble y contradictorio: por una parte me parece que no le tengo miedo a nada y, por otra, me da la sensación de que estoy completamente sola en el mundo, ahí, sin apenas ver lo que tengo delante -soy miope y está oscuro-, sin más compañía que mi propia respiración a todo trapo y mis pensamientos, que oscilan entre ‘¡qué leches haces, te vas a matar, por qué no corres por la ruta del colesterol, como todo el mundo!’ y ‘leñe, cómo mola la sensación de no tener ninguna otra preocupación, sólo dar el siguiente paso’.
    Creo que seguiré haciendo aeróbic. Es menos épico pero veo -más bien intuyo- bomberos por todas partes…

  5. «Hay corredores que quieran olvidar, que suben el ritmo hasta que la falta de oxígeno mata los pensamientos»
    buena definición.

    Un tag de momentos lamentables yaaaaa 😛

    • silvio11 Says:

      Cómo por ejemplo de tres desgraciados que terminan escuchando un concierto de Supersubmarina en el rincón del pis del Ke Kaña?

      Sigo pensando que el lugar habría sido ideal si:

      a) Hubiéramos tenido un ambientador.
      b) No hubiera llovido y hubiéramos podido sentarnos en las escaleras.
      c) Hubiésemos pedido un pizza en el pizca.

  6. Joé, pa una vez que podías haber escrito en tercera persona y omitiendo información…tu sigue ahí, haciendo daño!! jajaja

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