A quienes pensaban que podrían vivir para siempre, a quienes llorarían siempre, a quienes siempre siempre. A quienes siempre todo. A quienes nunca nada y raras veces poco. A quienes las certezas constantes y las dudas jamás. A quienes las verdades como puños y las mentiras ni tan siquiera piadosas. A quienes no volverían a cualquiera cosa. A quienes la experiencia ya finita que aniquilaría todo futuro y cualquier pasado vergonzoso. A quienes creyeron haber descubierto todo lo por descubrir y aprendido hasta lo no escrito. A todos ellos: vida y mundo. Miedo, duda, estupidez y esperanza a fin de cuentas, que la misma oscuridad y luz albergan el mañana que la inconsciencia. Que el no saber es ya la medida del mundo que cree saberlo todo. A aquellos que de vivir tanto aquí se les olvidó que también existe un allí.
A quienes ya no tienes barcos con los que lanzarse a la mar y a quienes ya no tienen puertos: aprendamos a usar nuestras alas.